Suerte muerta by Matt Brolly

Suerte muerta by Matt Brolly

autor:Matt Brolly [Brolly, Matt]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-11T00:00:00+00:00


28

La sala de incidentes estaba salpicada de cuerpos encorvados en sillas. Al menos dos agentes estaban sentados con la cabeza entre las manos. El aire acondicionado, cuyo suave zumbido era el único sonido en aquel ambiente fúnebre, apenas disimulaba el fétido aroma de la sala. Lambert dejó su carpeta de trabajo sobre la mesa.

—¿Quién ha muerto? —preguntó.

El equipo se colocó en posición, enderezando la espalda, dispuestos a recuperarse de la resaca. Lambert no percibió la actitud general. Era poco profesional, pero llevaban tiempo trabajando a tope y no podía culparlos.

—Bien, supérenlo todos. Volvemos al trabajo. Dejen la resaca para esta noche. ¿Cómo piensa actuar hoy, sargento?

Kennedy levantó la cabeza. Por el esfuerzo, parecía como si pesara una tonelada. Su voz salió como un débil ronquido. Tomó un trago de agua y lo intentó de nuevo.

—He quedado en ver a Laura Dempsey esta mañana. Como me pidió —añadió, con un deje de acusación.

Lambert asintió. Estaba luchando contra su propia resaca, aunque imaginaba que era la mitad de la que Kennedy estaba soportando. Él tenía sus propios planes para la mañana, que decidió no compartir con el equipo todavía. Repartió más tareas y terminó la reunión antes de que todos perdieran el interés.

—¿Alguien ha visto a Walker? —preguntó antes de terminar.

Los rostros estaban inexpresivos. Kennedy había vuelto a concentrarse en su teléfono, así que él no pudo leer su reacción. Lambert permaneció de pie y se preguntó si le estaban ocultando algo. Al final, cedió.

—Dile que me vea en cuanto llegue.

Tillman tenía poco mejor aspecto que el resto del equipo. Estaba sentado detrás de su escritorio, con un vaso metálico entre las manos.

—¿Has trasnochado? —dijo Lambert.

Tillman torció la cara y un mosaico de arrugas apareció en su amplio rostro.

—Se podría decir que sí. ¿Qué puedo hacer por ti, Lambert?

—Aún no hemos tenido tiempo de hablar del sargento Harrogate, señor —dijo Lambert, que tomó asiento frente a él.

Tillman gimió y sorbió el líquido caliente de su vaso, dejando escapar un suspiro de satisfacción al dejar la bebida sobre el escritorio. Lambert notó una ligera coloración en los nudillos de Tillman. El hombre lo sorprendió mirando y apartó la mano.

—¿Qué quieres saber de Harrogate?

Lambert hizo una pausa. Pensó en preguntar por las marcas de los nudillos, pero decidió no hacerlo.

—Quiero saber por qué está impidiendo mi investigación y por qué lo permites.

Tillman resopló, pero él se dio cuenta de que su comentario le había molestado. El antiguo Tillman nunca lo habría permitido. Las cosas habían cambiado desde que Lambert había dejado el Grupo para tomarse un año sabático. Los poderes de Tillman se habían reducido, y Lambert quería insistir. Aunque le doliera a su superior, esperaba provocarle una reacción para obtener respuestas.

—¿Por qué lo permito?

Lambert se encogió de hombros. Tillman apoyó los codos en el escritorio y enlazó las manos.

—Siempre fuiste un cabrón manipulador, ¿lo sabías? —se frotó la cara y resopló aire por la nariz. Lambert percibió una lucha de poder interna en el hombre. Era obvio que había recibido órdenes, pero Lambert conocía la historia de Tillman, y las órdenes eran algo que rara vez le preocupaban—.



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